La búsqueda de la felicidad parece ser una misión permanente en la vida de muchas personas. Guiadas por sus intereses y objetivos, persiguen algo que visualizan como bienestar.
Esas personas no se dan cuenta que la felicidad no está al final del camino, pero a lo largo de -éste. Ver la felicidad como un objetivo provoca el efecto contrario: entristece a las personas que no pueden cumplir sus propias expectativas porque experimentan frustración y decepción hacia sí mismos.
Las cosas sencillas de la vida son como esas estrellas que relucen en las noches despejadas. Siempre están ahí, rodeándonos, ofreciéndonos su magia sutil; sin embargo, no todos los días nos detenemos a mirarlas ni recordamos que existen. Es cuando nos faltan que nos damos cuenta de la importancia de buscarlas entre dos nubes e integrarlas de vuelta a nuestra vida.
Pero eso no quiere decir tener una forma de existencia sin preocupaciones, sin tomar riesgos ni cometer errores. Cada cual es libre de complicarse la vida tanto como lo desee. Todos tenemos derecho a asumir riesgos, proyectar sueños y a tener un círculo social tan amplio y variado como queramos. Lo principal, la clave de todo, no está en llevar una vida sencilla sino en ser sencillos de pensamiento y saber qué es lo importante, qué es lo que de verdad hace feliz a nuestro corazón y nos identifica.
El placer de lo simple es una actitud
No todas las personas saben disfrutar de las cosas sencillas que les ofrece la vida. Tal vez porque son incapaces de verlas, otras porque no las aprecian y se inclinan más por el apego material, por la satisfacción inmediata, esa que no perdura…
Disfrutar del placer de lo simple es una actitud que muchos tienen porque ya disponen de una adecuada paz interior y sin artificios. Pero es accesible a todos: tomar conciencia del goce de lo simple y reconocer placeres simples como:
- La sonrisa alentadora a aquella persona que vez triste.
- Una caricia inesperada.
- La risa contagiosa de un niño o de un adulto.
- Un viento embriagador después de una tormenta.
- Un sol que se hunde en el océano en un silencio absoluto.
- Un despertar un domingo sin ninguna preocupación en la mente.
- Una risa a carcajadas.
- Un cumplido. Un gesto amable. Un buen chiste.
Respira, ama, sé feliz, disfruta de las cosas sencillas de la vida…Eso es lo único urgente, lo demás, aunque no lo creas es secundario.
No dudes en practicar esta sencillez de pensamiento y emociones cada día porque cuando encontrarás esa felicidad interna, ésta durará para siempre.
Sé muy bien que la vida, en ocasiones, no es nada fácil. Cuando murió mi papá, hace 26 años, recorté un pensamiento en una revista que todavía tengo pegado al lado de mi computadora. Lo leo cuando tengo momentos difíciles. Se lo traduzco:
“Hay de esos momentos donde es difícil creer en el avenir. Cuando eso se produce, cultiva las pequeñas alegrías hasta que vuelva tu coraje. Piensa en la belleza del momento siguiente, de la hora siguiente, a la promesa de una buena comida, de una buena siesta, de una buena película. Piensa que las estrellas lucirán esta noche y que el sol se levantará mañana. Sumérgete en el presente para obtener la fuerza de pensar en mañana.”
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